El lunes empiezo el Gym. Uy, y no sólo eso: el lunes dejo de fumar, y leo los libros pendientes, y estudio mi primera lección de guitarra, y mejoro mi alimentación. Ese bendito lunes que a veces no llega nunca. Y es que hay una trampa sutil en eso de intentar cambiar, una que se esconde incluso cuando tenemos la mejor intención y que nos sabotea en silencio justo cuando sentimos que esta vez sí va en serio. La trampa es que nos enfocamos en el hacer, pero olvidamos el ser.

Queremos leer más, escribir más, mover el cuerpo, aprender algo nuevo, así que nos ponemos metas que al principio van por buen camino, pero luego se desinflan hasta morir. Y volvemos al punto de partida: regresamos a ser lo que hemos sido siempre. Lo difícil no es empezar a construir un nuevo hábito, sino sostenerlo. En su libro Hábitos Atómicos, James Clear propone una idea poderosa: El verdadero cambio de conducta es un cambio de identidad.

No se trata de leer un libro, sino de convertirnos en lectores. No es aprender a tocar un instrumento, sino asumirnos como músicos. No es cocinar, sino vernos como cocineros. Ahí está la clave: no nos atrevemos a asumir el rol. Nos cuesta decir: soy escritora, soy creativa, soy artista, soy atlética. Pero si no lo nombramos, no lo creemos. Y si no lo creemos, no lo vivimos. El hábito necesita una identidad que lo sostenga. Por eso lo primero que hago en mis clases es encaminar a los estudiantes a que se asuman seres creativos, pues sabiendo que esa característica es parte de su identidad, se comprometen a serle fiel a ese aspecto de sí mismos; entonces no hay de otra más que ser creativos en el día a día.

Yo soy músico, aunque apenas sé tocar algunas escalas y canciones en el piano y voy por mi segundo mes de estudio en guitarra. Apenas. Pero como soy músico, es mi deber practicar. Soy escritora. Soy atleta, soy cocinera de riquísimos platillos veganos, soy profesora, soy lectora, soy creativa, soy catadora de cerveza y vino, soy jardinera, soy narradora, soy conferencista, soy tallerista, soy publicista, soy copy, soy estratega; en mi mente ya soy todo aquello que quiero llegar a ser, porque sólo así lo integro a mi identidad y logro ser constante con mis hábitos. Ahora, mientras escribo, se me ocurre que necesito ser ordenada en mi cuarto de baño, así que en lugar de proponerme hacer limpieza constante y mantener, me digo que soy ordenada. Es cuestión de sustituir los verbos de acción por verbos de esencia. Yo no mal dibujo de vez en cuando: soy dibujante. No se trata de hacer cosas distintas, sino de ser ese alguien que las ejecuta.

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